Si pudiéramos lograr una sonrisa
permanente en esos rostros tan pequeños
y tan saturados de amargura.
Qué triste una infancia que no ríe
pero mas triste aún es la indiferencia.
Nuestro futuro llora desde la cuna
se amarga irreversiblemente,
se llena de odio, crece fastidiado,
torcido, débil...
Entonces se reseca de raíz,
impedido de florecer.
Mónica Gribaudi