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miércoles, 14 de agosto de 2019

Barcos de papel



Cada vez que se sentía triste se sentaba en el suelo y hacía un montón de barcos de papel. Luego se dirigía hacia el muelle, los depositaba en el agua y los miraba flotar...
Pasaron los años y esa niña ya mujer aún continuaba, cuando la tristeza inundaba su alma, sentándose en la alfombra a hacer sus barcos y al igual que cuando era pequeña los colocaba en el mar, ahora en otra playa lejana a aquel muelle de su niñez y los observaba  hasta que comenzaban a hundirse y antes de que desaparecieran desechos por el agua se iba, para no verlos morir como sus ilusiones rotas.
Los hacía con todo tipo de papel, diario, cuaderno, facturas, boletas del super, pero ninguno resistía el agua mientras ella los miraba con desazón y entre suspiros decía, "esa soy yo, un barquito de papel, destinada a hundirme en la desesperanza, enfrentando la marea de la vida sin sonrisas como si vivir fuera una carga".
Una mañana María Inés se despertó confundida, soñó que ella era una hoja de papel moldeada por las manos de una niña feliz. A esa niña no le importaba que el papel se mojara y se hundiera en el agua porque sabía que habría más para seguir fabricando sus sueños y llevarlos a navegar.
La muchacha entonces comprendió lo que estaba haciendo desde que era pequeña, depositaba todas sus ilusiones en un papel que se hundiría luego en el mar, y esa misma mañana decidió cambiar su destino.
Tomó un papel de cuadernola y en él anotó todas las cosas malas de las que se quería deshacer.
Fue escribiendo palabras como tristeza, soledad, enojo y muchas otras que expresaban lo que sentía.
Hizo con el papel un barco y se dirigió a la playa.
Por primera vez en mucho tiempo se quedó hasta que se hundió en el agua... y sintió un gran peso hundiéndose con él, pudo entonces darse cuenta de lo equivocada que vivía y se prometió a partir de entonces que haría todo lo posible por ser feliz. 

Mónica Gribaudi

martes, 6 de agosto de 2019

Fortalece mi alma,
mi espíritu inquieto
que vaga entre la gente
queriendo saber mas.

Enséñame el camino
al conocimiento eterno,
entre incertidumbre y fábulas 
recorro este sendero.

Y cual luz que irradia
energía y vida
ilumina mis días
para llegar a ti.

Le temo al charlatán
que con su falsa parola
confunda mi voluntad
y me enrede con sus borlas

Al lisonjero viento primaveral
que con su reciente tibieza
engañe la pobreza
de mi ser entumecido.

Y a la presencia imperceptible
de mis fantasmas que elocuentes
me aferran a la falsa complacencia
de mis sentidos flojos.

Le temo también al falso sol
cuando se atreve en mi invierno 
a desafiar infame el hielo
de mis mañanas turbias
en el que el develo esboza
sombras de resignación.

y ni hablar de la pobreza
de unos labios que no escuchan
ni certezas ni razones 
y comparten creencias 
sin cuestionamientos y sin fé.

y así camino, sin camino cierto,
voy mojando mi desdén
en la secas aguas
de aquel falso río, cuya vera recorro
sin descalzar mis pies.

Acaso es el amor el camino,
o me perdí en el suspiro
de mi alma al nacer.

Mónica Gribaudi