A mi esposo
Vivo creyendo que tus ojos sostienen mi mirada y que es en tus brazos donde refugio mis días.
Vivo creyendo que lo nuestro es para siempre, que el amor vive en nuestro nido, que el silencio no es tristeza, porque hasta en los silencios encuentro el calor que derrite el hielo de mi soledad.
Vivo sintiendo que esto es eterno y créeme que cuando digo eterno sé muy bien que todo tiene un final, pero déjame creer que hasta en mi último suspiro podré cruzar ese puente que hay entre nuestras miradas para abrazar el recuerdo de una vida junto a ti.
Mientras tanto seguiré viviendo en el abrazo cotidiano, esos días de convivencia en los que compartimos nuestras vidas y en el que de una manera u otra puedo decir que soy feliz.
Tus ojos sostienen mi mirada
atrevido puente por el que transitan
estas acaloradas ganas
de tener tu piel en mis dedos,
de tocar con mis besos tu alma.
Tus brazos abrigan mis noches
del frío cruel de una soledad lejana,
de un silencio que clama aburrido
el ruido de nuestras mañas.
Y aunque lo eterno es más
de lo que duran nuestras vidas,
déjame creer que en nuestro amor
es donde termina el infinito.
Mónica Gribaudi
Uruguaya