Querías ser estrella,
persiguiendo la noche en sueños
mientras tu mirada inquieta
iluminaba el camino.
La vida reía a carcajadas
festejando la inocencia
y el mundo brillaba
con tu luz de niño.
Se opaco aquel día
tu alborada,
Ahora solo queda el silencio
ese silencio cruel de tristeza,
que no tranza con el olvido,
silencio frío de ausencia
en el que duele tu nombre.
Dedicado a Mishel
Mónica Gribaudi