Reencuentro
-Cierra los ojos... ¿escuchas?-
Hacía mucho tiempo que no visitaba a su abuela y ahora que estaba allí
tendría que complacerla porque se lo había prometido después de que ésta le
insistiera para que pasaran una tarde juntas.
Cerró los ojos y se quedó en silencio, en el lugar no habían más
personas, ni ruido de motores, tampoco traía su celular porque su abuela le
pidió que lo dejara en la casa, solo estaban ellas dos, el agua que
pasaba lentamente y la brisa primaveral acariciando la copa del árbol bajo
el que estaban sentadas.
-¿Qué debo escuchar abuela? ¿Tú qué escuchas?- Preguntó ya con un tono
de no entiendo nada
.-Cuando estoy aquí escucho el pasado.
.-Cuando estoy aquí escucho el pasado.
- Ahora sí que no entiendo ¿el pasado?
-Este río me trae tantos recuerdos, es como si viniera del pasado y
transitara por mi corazón transportando en su caudal todas mis vivencias.
Tantas veces he querido traerte en estos últimos años…A pesar de que este es un pueblo chico,
no me visitas tanto como lo hacías antes. Cuando eras pequeña, no hace taaaanto
tiempo atrás, venías contenta conmigo a jugar, te trepabas en este árbol junto
al viejo gato y nos pasábamos la tarde aquí, ¿te acuerdas?...
Esos momentos son los que me trae el río y los extraño tanto. Mira allí en la
madera, está la M, la tallamos entre las dos el día que la aprendiste en la
escuela, me acuerdo de que estabas tan contenta de que sabías escribir tu
nombre...
María se emocionó cuando escucho a su abuela, en un instante revivió su
infancia feliz junto a ella.
-Perdón abuela no sé en qué momento dejé de visitarte, pero sabes yo
también he vuelto varias veces aquí, a veces cuando estoy triste este lugar es
mi refugio, también vengo con mis amigos de liceo y ¿te cuento un
secreto?-
-A ver-
-Mira acá.- Le dijo señalando una parte del tronco del árbol.
La abuela sonrío emocionada, pudo ver un corazón tallado con las letras
M y D.
-Mmmm vas a tener que contármelo todo- Aclamó con voz cómplice mientras
la abrazaba.
Las dos se quedaron allí un largo rato conversando, al despedirse María
se fue a su casa con la sensación de que su abuela se sentía muy sola, desde
entonces la visita seguido, recuperó ese lugar que había perdido en su memoria…
sus raíces.
Mónica Gribaudi
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