Miro por la ventana
un señor gris
que huele a lluvia
pasea lentamente un reloj
que con las agujas arrancadas
cuelga de entre sus manos
Se da vuelta, me mira
y se le escapa una sonrisa,
una sonrisa fingida
que huele a soledad,
y sigue lentamente su marcha
y pareciera que nunca
terminara de pasar.
Huele su aliento
a eternas tardes de silencios
a noches sin sueños
para soñar...
a besos que no llegarán a destino
a manos que morirán de frío
impedidas de acariciar.
Mónica Gribaudi
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