Soy la nada
en el silencio
de la noche
una gota
de esta lluvia
evaporándose
en las horas
de unos días
que recorren
la impotencia
de querer ser
mas brillante
que la aurora.
Soy el eco
de una voz
omnipotente
lastimada
al verme ahí
equivocada
dando vueltas
insolente
en la nube
arrastrada
por un viento
hacia la muerte.
Soy el todo
por el cual
rezan mis horas
por levantar
la mirada
al horizonte
y algún día
poder ver
solo sonrisas
donde ahora
solo hay
tristes mortajas.
Y te busco
oh Dios!
¡sí que lo hago!
sin saber
porque lloran
mis mañanas
en la soledad
de un árbol
que se seca
y un niño
que en él trepa
atraído
por su magia.
Mónica Gribaudi
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