Qué la vida me use
que me impregne de ella
hasta acabar conmigo
y tal vez allí
en mi último segundo
podré agradecerle tanto,
lo mucho que me dio.
Qué la brisa me acompañe
que proteja mis suspiros
y que él último de ellos
como un beso agradecido
lo deposite en las ramas
de un enorme Baobab.
Me siento ser sueño
en las cabezas de niños
de esos que imposibles
juegan a ser realidad
sueños mágicos de Hadas
magos y duendecillos.
Y después de verte dormir
querido horizonte mio
al despertar con el sol
de perfumada primavera,
quiero ser de ti el recuerdo
más bello que recuerdes,
guardando en mi los ecos
de las voces de tus aves.
Qué la vida me use,
me gaste toda,
hasta el último aliento
que se aproveche de mí.
Qué me invite a su juego
que no me deje sola
que tome mi mano
y me invite a salir.
¡Ay Dios gracias!
¡Qué lindo que es vivir!
Mónica Gribaudi
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